El día comienza con los gritos de la alarma, tratando de hacer hasta lo imposible por despertarme justo cuando llevo solo unas horas de estar dormido, quizá dos, quizá tres… En lapsos de cinco minutos, la alarma ha lanzado el tercer grito – Ese que recuerda que tenés una montaña de cosas esperando, entre citas y cosas de trabajo; deudas y sueños que poco a poco se van tirando al pozo vacío; ideas que van quedando soterradas por tanta mierda – A como se puede te lanzás de la cama, tomás un par de tragos de agua y al hacerlo recordás que el recibo se vence este día “sábado 24 de enero”. Anoche fue una noche dificil, se cerró un contrato que llevaba meses causando problemas, el cheque era por unos centavos y más que alegrías causaba sentimientos encontrados, al saber que tenés que ir a hacer una cola de horas. Con todo esto también había un sentimiento de gratitud porque podés trabajar por tu cuenta, porque todas las tardes podés tomar la decisión de tomar un café, reunirte con tus amigos y planificar algunos proyectos que están marchando solo porque las adversidades no han doblegado aún la fuerza moral de tres personas. Al estar despierto no te dan ganas de nada, tomás un vaso con leche y sin haberte bañado salís hacia el banco... Juan Pueblo se despertó antes, cuando saliste de tu casa él ya estaba barriendo las calles, yendo de un lado a otro con su barril para recolectar desechos.
Los desechos para vos son otra cosa, normalmente hay sentimientos que son más desechos que la misma basura. Los encontrás a diario en tu casa, en tu familia, en tus amigos, en las empresas; y en todos lados. Juan Pueblo acostumbra no decir nada, está adaptado para ser pisoteado y vos lo ves a diario cuando vas a tomar el autobús y ves como le gritan a un indigente para que no se suba a pedir limosna – Muchas veces has sentido que querés hacer más y no podés – La basura se mueve en camionetas y automóviles del año, con banderas azules y rojas... Acelera su paso para hacerte sentir miserable, y después todavía te gritan. Juan Pueblo está acostumbrado a callar aunque no le parezcan las cosas, no se necesita mucho para darse cuenta, ya que cuando a vos te pasan cosas así inmediatamente reaccionas porque hay una energía que te dicta “esto no debería ser así, están pisoteando tus derechos...” En la mayoría de ocasiones Juan Pueblo te mira sorprendido porque ven como imposible que te lancés a exigir respeto, todos merecemos un trato digno, pero solo vos y yo sabemos que tenemos derecho a exigirlo pase lo que pase.
Se que hubieras preferido no salir este día, conozco ese sentimiento perfectamente. Hay muchos que deciden esconderse, renunciar o tirarse a llorar. Juan Pueblo lucha, soporta y sonríe.
Cuando llegás al banco, luce tal como lo esperabas... La cola da vuelta al local desde afuera, hay un vigilante mal encarado entrenado para enfadar a todo el que llega a preguntarle algo...
Una buena manera para pasar el tiempo es ver el entorno, preguntarse ¿porqué luce así?. Sacarle conversación a la señora de atrás que se queja de la lentitud con la que atienden a las personas. O simplemente quedarte en la larga espera. Al llegar a la puerta – que representa la mitad del camino – es tu turno para recibir regaños, para mostrar el bolso y para que te digan “apague su celular”...
Adentro, un ambiente de estrés... Lo peor, que este día visitarás dos bancos – Un por el recibo de agua, el otro por el cheque – La desesperación es una amiga que llega pronto, se adueña de la poca energía que traías para el día. Juan Pueblo, tiene más energías que cualquier otro... Parece que la vida lo diseñó así para que jamás se canse de ser tratado miserablemente. Vos sabés que muchos de los que están en el banco tienen montañas de problemas mil veces más grandes que la tuya, también sabés que por lo menos podés trabajar por tu cuenta y no tenés que rendirle cuentas a nadie – pero este día se marcará el peor defecto de tu situación – Al llegar a ventanilla hacés la pregunta ¿Puede solicitarse información para hacer un préstamo aquí o es necesario ir a otro lugar? Una voz golpeada dice “si, aquí... Pero solo se atiende a asalariados”. Es inevitable hacer el comentario: “esta conversación duró mucho menos de lo que esperaba”.
Lo que hace que Juan Pueblo sea convertido en un standar de ser humano, son estas situaciones... Es asqueroso ver campañas de publicidad de parte del gobierno donde te dicen que están apoyando a todos para que salgan adelante, si el primer requisito es estar dispuesto a ser explotado por ellos. Te roban la vida, te encajonan en un rincón y al final te reeemplazan por otro que viene con tus mismas esperanzas – con este empleo podré salir adelante – Vos lo ves aún desde afuera, sabés que esa es la peor mentira que se ha vendido en este país, El Salvador es una maquila de Juanes y Juanas que jamás podrán tener nada que no sean los mismos artículos y bienes fabricados para darles de comer a los que tienen el poder. Eso estaba contenido en la respuesta de la cajera del banco, esa realidad es la que pudiste captar inmediatamente cuando después de haber escuchado la negativa viste a los ojos a todos – tenían una luz opaca, triste, cansada y sin salidas – Cuando llegaste al otro banco, no había necesidad de decir más, después de cobrar el cheque un café no cae mal...
Juan Pueblo no tiene posibilidad de decir “me tomaré un tiempo para mí”. Está acostumbrado a recibir ordenes para que “sus amos” se sientan complacidos. La mayoría de veces Juan Pueblo sirve de tapete, de saco o de lo que sea... Cuando no tiene “la suerte” de poseer un “amo. Se para en las esquinas a vender rosas, a limpiar vidrios o a tragar gasolina para sorprender con unas llamas los ojos de los que conducen. Juan Pueblo luce miserable a cambio de unos centavos, tiene capacidades enormes que jamás son observadas porque los de arriba saben perfectamente que son unos ignorantes y que Juan Pueblo lo tiene todo para que el mundo abra sus ojos y los despojen de sus empleos.
Después del café muchas cosas fluyen por peso propio, ves cosas que no están disponibles para todos, el vendedor de cd´s piratas te dice que son a dólar y casi se hace dueño de una lágrima porque te da por recordar que la moneda de tu país desapareció... Ese es el compromiso adquirido por El Salvador durante tantos años... Venderse como una prostituta y estar tan endeudado que sería mentira decir que saldremos adelante en un par de años... Que nos disculpen las prostitutas por la comparación, porque el gobierno de este país es más miserable y asqueroso que cualquier otra cosa. Venden a su gente, a sus familias incluso, si la recompensa es una casa en la playa, un yate o suficiente dinero para aparentar que lo tienen todo.
Juan Pueblo tiene lo más importante – la fuerza, los sueños y sobre todo el poder – Después del café siempre se siente el peso de un yunque de plomo que está luchando por aplastar todos los proyectos, surgen las caras familiares de los que no soportan ver las ideas que tenés en mente, vienen armados con sus “yo, yo y yo” para robarse la sonrisa que provoca saber que sos más poderoso que todos ellos juntos... Porque no te vendés por nada, porque no dejás escapar la oportunidad de saludar a ese hombre que con tanto esmero prepara el pan que te vas a comer, porque cuando alguien te pide un centavo, aunque es dura la situación le das un poco más y dirigís una oración para que si Dios está ahí bendiga la vida de esa persona. Este día tus sueños se sintieron amenazados... Y como algún día pensó Juan Pueblo, se cruzó por tu mente la idea de venderte y aceptar la invitación sucia de las transnacionales para poder acceder a un crédito que serviría para darle más alas a tus proyectos.
Te dio por inyectarte una y otra vez con la escencia de la gente y el ambiente hasta que no pudiste más... Tuviste que cerrar los ojos atemorizado por tanta mierda, porque es mentira que al final de este túnel hay una salida... Recibiste los golpes de saber que todos los que se cruzaron por tu camino simplemente son parte del monstruo que los está consumiendo y los está llevando al matadero... Entendiste que más le valdría a Juan Pueblo “morirse de pie en este momento, sonreír y sentirse libre por unos segundos... Que seguir sirviendo de rodillas a los estafadores y mentirosos para los que trabaja” Hubiese sido genial ser engañado este día para sentir que realmente una parte de las transnacionales y el gobierno apoyan las ideas y ganas de trabajar, pero realmente se agradece más que con puñal en mano te hagan heridas que te hacen abrir los ojos y sentir ganas de estar muerto.
Me encanta ser amigo de Juan Pueblo, escuchar sus palabras, tomarme el café en el y ella. Llorar por su sufrimiento y sentirme tan aplastado como él que hasta percibo que somos la misma familia. Yo se sus problemas no se resumen en estas palabras, pero pase lo que pase en mi vida, mi alma es y será siempre para mi Juan Pueblo ignorante, mal comido y pisoteado.
Los desechos para vos son otra cosa, normalmente hay sentimientos que son más desechos que la misma basura. Los encontrás a diario en tu casa, en tu familia, en tus amigos, en las empresas; y en todos lados. Juan Pueblo acostumbra no decir nada, está adaptado para ser pisoteado y vos lo ves a diario cuando vas a tomar el autobús y ves como le gritan a un indigente para que no se suba a pedir limosna – Muchas veces has sentido que querés hacer más y no podés – La basura se mueve en camionetas y automóviles del año, con banderas azules y rojas... Acelera su paso para hacerte sentir miserable, y después todavía te gritan. Juan Pueblo está acostumbrado a callar aunque no le parezcan las cosas, no se necesita mucho para darse cuenta, ya que cuando a vos te pasan cosas así inmediatamente reaccionas porque hay una energía que te dicta “esto no debería ser así, están pisoteando tus derechos...” En la mayoría de ocasiones Juan Pueblo te mira sorprendido porque ven como imposible que te lancés a exigir respeto, todos merecemos un trato digno, pero solo vos y yo sabemos que tenemos derecho a exigirlo pase lo que pase.
Se que hubieras preferido no salir este día, conozco ese sentimiento perfectamente. Hay muchos que deciden esconderse, renunciar o tirarse a llorar. Juan Pueblo lucha, soporta y sonríe.
Cuando llegás al banco, luce tal como lo esperabas... La cola da vuelta al local desde afuera, hay un vigilante mal encarado entrenado para enfadar a todo el que llega a preguntarle algo...
Una buena manera para pasar el tiempo es ver el entorno, preguntarse ¿porqué luce así?. Sacarle conversación a la señora de atrás que se queja de la lentitud con la que atienden a las personas. O simplemente quedarte en la larga espera. Al llegar a la puerta – que representa la mitad del camino – es tu turno para recibir regaños, para mostrar el bolso y para que te digan “apague su celular”...
Adentro, un ambiente de estrés... Lo peor, que este día visitarás dos bancos – Un por el recibo de agua, el otro por el cheque – La desesperación es una amiga que llega pronto, se adueña de la poca energía que traías para el día. Juan Pueblo, tiene más energías que cualquier otro... Parece que la vida lo diseñó así para que jamás se canse de ser tratado miserablemente. Vos sabés que muchos de los que están en el banco tienen montañas de problemas mil veces más grandes que la tuya, también sabés que por lo menos podés trabajar por tu cuenta y no tenés que rendirle cuentas a nadie – pero este día se marcará el peor defecto de tu situación – Al llegar a ventanilla hacés la pregunta ¿Puede solicitarse información para hacer un préstamo aquí o es necesario ir a otro lugar? Una voz golpeada dice “si, aquí... Pero solo se atiende a asalariados”. Es inevitable hacer el comentario: “esta conversación duró mucho menos de lo que esperaba”.
Lo que hace que Juan Pueblo sea convertido en un standar de ser humano, son estas situaciones... Es asqueroso ver campañas de publicidad de parte del gobierno donde te dicen que están apoyando a todos para que salgan adelante, si el primer requisito es estar dispuesto a ser explotado por ellos. Te roban la vida, te encajonan en un rincón y al final te reeemplazan por otro que viene con tus mismas esperanzas – con este empleo podré salir adelante – Vos lo ves aún desde afuera, sabés que esa es la peor mentira que se ha vendido en este país, El Salvador es una maquila de Juanes y Juanas que jamás podrán tener nada que no sean los mismos artículos y bienes fabricados para darles de comer a los que tienen el poder. Eso estaba contenido en la respuesta de la cajera del banco, esa realidad es la que pudiste captar inmediatamente cuando después de haber escuchado la negativa viste a los ojos a todos – tenían una luz opaca, triste, cansada y sin salidas – Cuando llegaste al otro banco, no había necesidad de decir más, después de cobrar el cheque un café no cae mal...
Juan Pueblo no tiene posibilidad de decir “me tomaré un tiempo para mí”. Está acostumbrado a recibir ordenes para que “sus amos” se sientan complacidos. La mayoría de veces Juan Pueblo sirve de tapete, de saco o de lo que sea... Cuando no tiene “la suerte” de poseer un “amo. Se para en las esquinas a vender rosas, a limpiar vidrios o a tragar gasolina para sorprender con unas llamas los ojos de los que conducen. Juan Pueblo luce miserable a cambio de unos centavos, tiene capacidades enormes que jamás son observadas porque los de arriba saben perfectamente que son unos ignorantes y que Juan Pueblo lo tiene todo para que el mundo abra sus ojos y los despojen de sus empleos.
Después del café muchas cosas fluyen por peso propio, ves cosas que no están disponibles para todos, el vendedor de cd´s piratas te dice que son a dólar y casi se hace dueño de una lágrima porque te da por recordar que la moneda de tu país desapareció... Ese es el compromiso adquirido por El Salvador durante tantos años... Venderse como una prostituta y estar tan endeudado que sería mentira decir que saldremos adelante en un par de años... Que nos disculpen las prostitutas por la comparación, porque el gobierno de este país es más miserable y asqueroso que cualquier otra cosa. Venden a su gente, a sus familias incluso, si la recompensa es una casa en la playa, un yate o suficiente dinero para aparentar que lo tienen todo.
Juan Pueblo tiene lo más importante – la fuerza, los sueños y sobre todo el poder – Después del café siempre se siente el peso de un yunque de plomo que está luchando por aplastar todos los proyectos, surgen las caras familiares de los que no soportan ver las ideas que tenés en mente, vienen armados con sus “yo, yo y yo” para robarse la sonrisa que provoca saber que sos más poderoso que todos ellos juntos... Porque no te vendés por nada, porque no dejás escapar la oportunidad de saludar a ese hombre que con tanto esmero prepara el pan que te vas a comer, porque cuando alguien te pide un centavo, aunque es dura la situación le das un poco más y dirigís una oración para que si Dios está ahí bendiga la vida de esa persona. Este día tus sueños se sintieron amenazados... Y como algún día pensó Juan Pueblo, se cruzó por tu mente la idea de venderte y aceptar la invitación sucia de las transnacionales para poder acceder a un crédito que serviría para darle más alas a tus proyectos.
Te dio por inyectarte una y otra vez con la escencia de la gente y el ambiente hasta que no pudiste más... Tuviste que cerrar los ojos atemorizado por tanta mierda, porque es mentira que al final de este túnel hay una salida... Recibiste los golpes de saber que todos los que se cruzaron por tu camino simplemente son parte del monstruo que los está consumiendo y los está llevando al matadero... Entendiste que más le valdría a Juan Pueblo “morirse de pie en este momento, sonreír y sentirse libre por unos segundos... Que seguir sirviendo de rodillas a los estafadores y mentirosos para los que trabaja” Hubiese sido genial ser engañado este día para sentir que realmente una parte de las transnacionales y el gobierno apoyan las ideas y ganas de trabajar, pero realmente se agradece más que con puñal en mano te hagan heridas que te hacen abrir los ojos y sentir ganas de estar muerto.
Me encanta ser amigo de Juan Pueblo, escuchar sus palabras, tomarme el café en el y ella. Llorar por su sufrimiento y sentirme tan aplastado como él que hasta percibo que somos la misma familia. Yo se sus problemas no se resumen en estas palabras, pero pase lo que pase en mi vida, mi alma es y será siempre para mi Juan Pueblo ignorante, mal comido y pisoteado.
AMEJO (24 de enero 2009)