Tú esperabas que yo fuera un poco más que un cofre lleno de sentimientos para ti, esperabas que cada mañana hubiera algo más que un beso y un desayuno… Más que un “te quiero” mojándose en la ducha, tratando de seducir tus deseos…
A veces no entendemos lo que está pasando, pero es lógico que en medio del silencio, encuentren la muerte miles de aves que soñaban con llegar muy lejos y que a su paso pensaban en coincidir con algunos labios…
A veces no logramos ver que las caricias medio muertas y las miradas perdidas que jamás habíamos visto son la clave para saber que un barco esta zarpando de nuestro puerto… Va con velas… Hacia una tormenta y con provisiones para no volver jamás.
A veces entre tantas explicaciones sentimos que lo que sentimos es lo único que queda.
Te das cuenta que la vida te quitó el aliento, pero te regaló una mirada tan profunda como el mar, comienzas a casarte con nuevas ideas… Y por lo que te pasó… logras sentir lo que les sucede a los demás.
Te ves en una etapa de transición que no tiene límites… “El cofre” comienza a rebalsar de nuevo; y es ahí cuando recibes una llamada… De un amigo o de tú pasado… En medio de la conversación a cerca de tus deseos comienza una tormenta, nacen suspiros y preguntas…
El abrigo que recibes al colgar es el que te brindan las cuatro paredes y la soledad de la habitación, tú perspectiva cambia y el temor al pasado se apodera de tú lugar… todo se mueve debajo de ti…
Tú esperabas poder marcharte y que, ¿quién sabe cómo? Yo lograra comprender sin decir nada, esperabas que las luces de mi habitación vacía me calentaran por ti en las noches y que la ventana se abriera por las mañanas para dejar entrar un poco de oxígeno cuando me encontrara agonizando…
La vida te quitó el aliento, pero al paso de los meses, después de tantas llamadas y de dar gracias por caer más y más tratando de aprender a tener fe en algo impalpable, después de haberla tenido como credo en tus días y noches, en las comidas y en los ayunos, mientras caminabas o escribías… La vida te dio grandes sorpresas y te enseñó un nuevo puerto… Recibiste una carta llena de aliento…
En ese momento me detengo, porque en meses de desdicha, la esencia no es la misma… Aprendes a levantar la mirada y le enseñas a tus manos a decir lo que sienten de nuevo…
No podrías terminar de agradecer ese mensaje, alguien en lo lejano te enseña cómo te ves desde el otro lado del mar…
Al principio, tú cuerpo lo recibe y no haces nada más que hacer preguntas, el valor que ha nacido en ti se deleita con sus palabras certeras, sin haber hecho nada recibes lo que en el pasado habías deseado.
Quién sabe por qué pasó esto, pero un mensaje y la consecución de la historia, es lo que me ha traído hasta acá…
Encontrarle el gusto a la poca compañía; y a ver que es lo que los demás hacen, tratar de verte diferente y que cuando alguien por curiosidad lleve su mirada hasta la tuya reciba una sonrisa en un sobre de invitación a pasar y quedarse a tomar algo; esa es la llave del nuevo cofre que contiene el tesoro que ganaste en algunos meses.
Te levantas y vas a algún bar, no tratas ya de suicidarte ni intoxicarte; solo vas, te sientas, admiras las luces, ves como si hay una diferencia palpable entre la mesa del fondo, la de la entrada o la barra… Comienzas a sentir las luces como loco… Te sientes descuidado y resumes que “talvez” si existe necesidad de labrar un nuevo estilo de vivir la vida… Todo eso pasa en un instante y luego una mujer te dice que te sientes con ella, te hace sentir que eres bien recibido en el lugar; dices gracias y vas a la mesa del fondo. Esta tiene una luz tenue, que viene de una lámpara de apariencia antigua… Sacas unas hojas y pides un lapicero y algo de beber… Ambas cosas llegan enseguida, están sobre tú mesa y te percatas de que puedes ver por la ventana o si lo prefieres hacia todas las mesas, tienes una excelente vista; pero te detienes y agachas la mirada, te quedas tan en blanco como el papel que tienes… te fijas en las sombras suaves de la copa y el cenicero que no te sirve de nada… colocas tu teléfono en “silencio” y te concentras hasta escuchar que la respiración que estaba agitada se va calmando poco a poco…
Vienen muchas ideas en camino, pero las detienes haciendo la observación de que no has pedido nada más, sientes que estás bien así, tienes miedo de tener más… Pero cuando levantas la mirada de nuevo y ves a la mujer que te lanzó la invitación cuando entraste, ella sonríe… y sabes que todo lo que viene es cortesía de la casa, entonces sólo comienzas a escribir.
Abarcas un gran camino dejando cosas inconclusas, por más que tratas hay un tema, hay otro, y nada llega a un final… Y cuando vas a darle el segundo trago a tu bebida solo tienes ansias de sencillez, de dejar atrás las metas ligadas a la plata, de pensar que sí vale la pena estar ahí solo… Sabiendo que hay invitaciones en espera; y que aunque sabes que jamás llegarás a aceptarlas te sientes bien por ello y das gracias…
Una de las cosas más bellas de la vida es amar la sombra que dibujan las luces en la mesa o en el piso cuando acarician tu silueta…
La vida es una paloma mensajera… Últimamente está dejándose ayudar por la diosa tecnología, es increíble sentirte así de cerca mientras leo tu alma con lo que me escribes, nace en mi la inmensa curiosidad de saber quién eres o de preguntar de dónde saliste… quiero saber si en realidad eres así de suave… Comienzo a sentir la necesidad de descifrar el sentido de todo lo que me dices… Te vuelves elemento de admiración porque eres sencillez hecha palabra; te vuelves admiración cuando doy gracias por contar con mis ojos para ver tu fotografía que es una ilustración perfecta de tus sentimientos… Así de bella… Así de suave…
Quizá tú no esperabas que tratara de relacionar cada oración de tus mensajes a tu rostro… Pero, ¡cómo no hacerlo!... Amo describirte en mi pensamiento para que seas parte de mi alma… Saber que estás lejana, porque te conviertes en deseo… Sentir que algo fluye en mi interior y que ese algo se robe tantas sonrisas…
Quizá no esperabas hacerme lucir como loco con tus palabras, pero si ese fuera el hecho, temo decirte que ya es demasiado tarde, porque en muchas ocasiones mientras pensaba y analizaba tus mensajes, tantos vieron una sonrisa dibujada en mi rostro que acompañaba a la mirada que traspasaba el papel… Y que te veía perfectamente al escribir…
Es necesario tener presente que la lejanía, los sentimientos y la vida, están haciendo el amor en una orgía que no necesariamente tiene algo que ver con éste mundo… Saber esto te ayuda a sentir la paz en medio del naufragio…
Recibes tantas noticias, que pareces edificio del Gobierno acumulando todo en un escritorio que está designado a los casos sin resolver o a posibles prófugos de la Justicia.
Una de estas noticias es un embarazo… Cuando una amiga te habla de esto te preguntas ¿por qué a ti no?... Sirves de aliento; y del interior te surge una rosa que después de horas de plática hace florecer una sonrisa en ella…
Tú sabías que algo andaba diferente últimamente; y logras entender que te has convertido en un libro lleno de historias de los que te rodean; y mientras tanto, ya diste el tercer trago a la bebida…
Sabes que para los demás, así como para ti. La vida cambia en cada instante; unos segundos de amor hacen que la vida se convierta en desesperación… En un instante junto a una ventana te das cuenta como cambió la vida, pasaron mil personas y tú estás congelado en el tiempo porque la vida te dio la oportunidad de estarlo; en éste momento no logras comprender ¿por qué? Y la mano comienza a dolerte de tanto escribir… Así que descansas diez segundos; pero el entorno te obliga a seguir caminando hacia el vacío y no hay nada que lo pueda detener.
Mientras caminas ves que en el suelo está un Señor con la piel sucia y te preguntas ¿Qué hace ahí en medio de la calle?... Hay mucha gente que sólo pasa y pasa; cada alma es una historia; es el conjunto de los cambios del tiempo… Te paras a tres metros y te das la vuelta para regresar la mirada hacia Él; y con dolor ves que no puede caminar y que se encuentra comiendo en el suelo, los demás hasta te empujan para abrirse paso y tú te diriges a la vida y la tachas de injusta; luego Él, con una mirada te hace sentir felicidad y te das cuenta que está agradeciendo la coincidencia, con su mirada te llama amigo y al mismo tiempo te suplica por una moneda. Te dice que te agradece porque la vida entre una cuestión sin razones y otra lo congeló para que se quedara en ese lugar observando como los demás siguen hacia el vacío; mientras a Él lo llegarán a traer unos ángeles a ese lugar habiendo echo todo lo que tenía que hacer. Te cuenta que al igual que tú, es dichoso porque algunos que solo pasaban por ahí lo lograron ver y le brindaron alimento.
Mientras todo esto sucede tú sigues estúpidamente tachando a la vida de injusta, sientes que ya no puedes más con tú alma en ese instante y tímidamente le ayudas con algo, sientes que te molesta la idea de saber que no podrás cambiar su vida y que a lo mejor solo te conviertas en la historia que estará en sus ojos cuando otro se detenga. Tocas su camisa, ves la mala situación que él vive y te das cuenta que no te sirve de mucho realmente portar una camisa, pantalón y sandalias de almacén “inalcanzable” y oler a lo último en fragancias. Te conviertes en desilusión cuando ves el vaso con tres monedas de un centavo y dos de veinticinco que tiene en su camisa y cuando te toca, por un instante logras sentir algo que jamás habías sentido… Es tan inexplicable como tratar de decir por qué escribes lo que escribes en tú vida… Te llenas de llanto y al darte cuenta que Dios te tocó por un momento sales corriendo, ni siquiera lo ves para guardar su rostro y mientras te cruzas la calle desconcertado casi te atropellan, sigues caminando… Tan rápido como pueden tus piernas y no vuelves la mirada porque tienes miedo.
En un momento de desdicha y de interrogación está guardado el cofre de gratitud, está la llama que te hace vivir; y está contenido el soplo de vida que necesitas para ser feliz…
La dama se levanta, pero te da su número antes de marcharse… Le regalas una sonrisa y mientras tomas el papel sabes que ella ha leído tu historia. Cuando ella va de espaldas, tu mirada la recorre por completo y con el alma medio perdida le das el cuarto trago a la bebida.
No todo lo que tomas sabe igual; a veces es mejor dar gracias y no tomar nada, nunca sabes lo que la vida te ha ofrecido; pero si te tomas el tiempo necesario para elegir seguramente te sabrá muy bien.
Casi se te corta la respiración, entonces al no poder más comienzas a caminar despacio, tratando de olvidar comienzas a fijarte en los edificios y a comparar el humo con la neblina; el polvo con ideas que todos respiran… Escuchas que las voces de todos los que te rodean, en conjunto se vuelven nada; y que poco a poco puedes ir prestando atención a uno a la vez. Es así como el panorama es claro, porque te das cuenta que todos somos diferentes en algún punto; ves lo colores, sientes los olores, escuchas sus respiraciones y en medio de sus vidas agitadas les suplicas que así como tu los separaste de la nada, te separen a ti también al mismo tiempo que les preguntas ¿qué hacen ahí? La vida con sus pequeños inconvenientes te ha explicado que no debes insistir en robarle el tiempo a alguien que no lo desea; en pocas palabras y con una ironía a flor de piel, la vida te ha dicho que no se trata de robar, sino de coincidir y descubrirte si lo deseas.
Eso venía contenido en tú mensaje, una coincidencia, una luz que se aisló de las demás, una sonrisa que muestra felicidad de manera distinta a como lo hacen las demás; una mirada que estando congelada por un momento en una fotografía anexa, contiene paz y calma para mi respiración, es por ti que decido dar el quinto trago a la bebida, talvez me he precipitado, talvez no era necesario; pero mientras lo hacía te sentí tan cerca como tu a veces has dicho sentirme a mi en algunas ocasiones; es por eso que tú coincides en algún punto, y doy gracias por haberme tomado ese trago contigo; porque te apartaste de los demás justo en el momento en que yo estaba por convertirme en nada.
A veces no es uno el que debe decidir, es más, en ocasiones, ni uno ni otro deciden, simplemente pasan las cosas, se crean nuevos caminos y se cambia de un instante a otro instante. Sólo debes aceptar que eres un instante en medio del tiempo.
No importa lo que decidas, no hay excepción para llegar a estar acorralado y que te des cuenta que tienes una razón de ser, eres libre, pero en algún momento eres parte de un eslabón.
Te das cuenta que para muchos la vida no es más que una sonrisa fingida en dirección al vacío; que son parte del instinto… que el instinto los vuelve esclavos del camino hacia el suicidio. Sus ideas se pierden, a veces lloran desesperados; se enojan y hacen tantos reproches como un niño y jamás saben ¿por qué?; sólo caminan como idiotas hacia el final del camino.
Mientras piensas eso, conoces a muchas personas; quizá no tantas como el total, pero suficientes para cultivar en ti lo que estés dispuesto a cuidar. La conversación que más anhelas es la que habla de la vida en forma sencilla, la que no usa adornos para impresionar a nadie… La que encontraste en aquél vendedor de cinchos que conociste en una de tus salidas…
La compañía que más te deja, es la de ese amigo que sin tener mucho para él y los suyos, encuentra un tesoro y te lo ofrece. Esto se vuelve una decisión difícil porque no sabes si tú mereces lo que te está brindando.
Aceptas tímidamente y te muestras preocupado porque no encuentras algo para él… Y sin conocerte mucho, él lo nota y sonríe para ti diciéndote que no te preocupes porque no le debes nada; que a él le vasta con haberte conocido.
Mientras te dice eso, comienza a contarte sus problemas, pone su mercadería en el piso, junto a ti y le anexa una invitación a comer… Tú sigues muy apenado; y él sin conocerte, llama a una señora que va de paso y le pide un pan de chocolate y un café… Sonríe de nuevo y te dice que personas como tú ya casi no se encuentran.
Ese día habías salido a encontrarte con la vida, habías dejado tú cotidianidad guardada en la recamara junto a la camisa nueva y te habías puesto la ropa que te hace sentirte tú mismo, con la que te sientes cómodo. Llevaste al salir un maletín azul, unas latas de spray y papel. Querías pintar el mundo a tu antojo y ya ni recordabas que hace tres semanas exactamente habías conocido una persona a la cual le habías pintado un mundo subacuático, en él habías puesto dos delfines y una pirámide que significaba el principio y el final; que ambos habían dicho que ahí habitaba la esperanza y que desde la cumbre venía un rayo de luz. No recordabas que ese día habías sido conmovido por una noticia y que aunque lo normal era que te dieran dinero por tus pinturas, te habías resistido a aceptar algo a cambio. Él te lo recordó hablándote de su hijo que está en el hospital… Te comentó que su mercadería tiene una razón de ser, te mencionó lo difícil que es terminar un mes y gritar desesperado porque no te alcanza para la medicina del cachorro y para la comida de la familia y que siempre de la nada surge una luz que te ayuda al final del mes.
Te contó que el cuadro en realidad no era para el cachorro; sino que para su mejor amiguito… Un niño un poco más pequeño que sufre de cáncer… Te dijo que ha servido de luz para que el cachorro luche por meses y que al final del mes piensa en ellos dos para volver a cargar la mercadería y salir a ganarse la vida. En medio de tan hermosa plática, se detuvo para preguntar sino te ofendía con sus cosas y si te había gustado el pan y el café. Tú no tenías fuerzas para generar una palabra y haciendo una broma te dijo que te tomaras el sexto trago de tu bebida porque no era su intención ahogarte con sus historias. Todo el mundo se detuvo ahí, cuando él te echo el brazo y te dijo que eres su amigo y que él por sus amigos puede entregar la vida… Te dijo que el amigo del cachorro estaba más que feliz con el mundo que le habías pintado. Sonriendo cada vez más se acercó para comentarte que el cachorro estaba celoso porque a él no le habían llevado un mundo pintado; pero que había entendido perfectamente que a los amigos se les da todo.
Luego te contó que el cachorro era la razón y la luz de su vida; que hace unos años él había andado en caminos oscuros y que estuvo un tiempo en la cárcel.
Él te afirmó que ese no es un lugar que le desearía ni al peor enemigo, si es que existe; porque ahí pasa de todo, te contó que una vez tuvo que ver como por territorio golpeaban a uno de sus compañeros hasta dejarlo medio muerto, que había pasado en recuperación dos meses por las heridas y que le habían dado el tiro de gracia cuando regresó a la celda, que jamás lo había contado hasta hoy; porque aunque estuvo presente, tuvo que callar porque lo amenazaron de muerte si decía algo. Te dijo que ahí no podía encontrar amigos como tú y que aunque pesa mucho la mercadería, él prefiere mil veces cargar con eso y platicar contigo que volver a la oscuridad, agregó además que el cachorro está golpeado y que por él también podía cargar con todo eso, todos los días.
Hizo un silencio para preguntarte si no querías algo más. Le diste las gracias y le diste la mano para que el sintiera y supiera que tampoco tu encuentras gente tan especial como el todos los días.
Entonces recordó y dijo que una vez uno de sus panas al que le decía “el tranza” había llegado a la casa y que muy seguido lo hacía; ese día se había llevado al cachorro sin decir para donde. Ese día cuando él regreso de trabajar había sentido la peor de las angustias hasta ese momento… Le llamó y no contestó… su mujer no sabía dónde lo había llevado y que había pasado todo el día afuera. Luego el silencio fue roto y el cachorro venía con un delfín inflable en sus manos y “el tranza” con unas piezas de pollo en una bolsa, papas fritas y una piscina inflable; te dijo que en ese momento paso todo por su mente; Pero que al ver al cachorro feliz todo se volvió silencio, que fue acompañado por “El tranza” diciéndole que le había comprado todo lo que él había pedido y que lo había llevado a la playa a uno de esos hoteles cinco estrellas con piscinas y juegos para niños; y sonriendo mencionó también que el cachorro había comido hasta decir ya no…
Jamás había visto tan feliz a mi hijo como ese día, agregó… Y un par de meses después conoció el hospital.
Cuando encuentras a alguien así, quieres que la vida no siga su rumbo y te permita estar con él todo el tiempo; pero luego te enseña que debes aprender a no ser tan egoísta, y que esa luz tan inmensa puede ayudar a muchos más a ver el camino por donde van.
No se trata de llenarte de amigos y atraparlos como aves hasta que estén “seguros” en una jaula, con el paso del tiempo aprendes que puedes ver la diferencia que hay en todas las luces y como al mismo tiempo en un solo lugar pueden iluminar a muchos y no sólo a ti.
En ese momento se acerca a ti un mesero y te pregunta si no quieres algo para acompañar la bebida; le respondes que no… Que no debe preocuparse porque todo está muy bien en tu mesa… Se disculpa por la interrupción y sigue con su trabajo. Entonces tu mirada recorre lentamente cada mesa; en la del centro, justo en la entrada del bar, hay cinco amigos, bromean a cada instante y comparten las últimas noticias de sus vidas y las de otros que no pudieron llegar; ellos eligieron unir dos mesas y han llegado a comer y platicar… Entonces tú recuerdas al verlos que hoy no hubo necesidad de almorzar. En la mesa lateral hay dos personas que consultan información en una computadora portátil, están extasiados hablando de la empresa y compartiendo un cigarrillo… Ellos dan cierto toque al lugar; los demás no se dan cuenta de que ellos están ahí solamente por negocios. En la barra hay tres personas muy separadas entre sí… Un hombre que ya no puede ni con él mismo, se queja a cada instante de la vida… él decidió ahorrarle trabajo al mesero y se quedó ahí para que le lleven las bebidas con mayor eficiencia, su único objetivo es apagar la conciencia.
El otro hombre sólo tiene una bebida, al igual que tú y parece ser muy amigo del dueño del lugar, ha llegado a ver la televisión, quiere olvidarse de su vida rutinaria, desea olvidarse de su mujer que lo espera y de su hijo que cayó en drogas… Con la misma intensidad desea caer en un vacío inmenso o entre las piernas de la tercera persona que está sentada en la barra. Es una mujer joven, bella, con mirada incitante; pelo ondulado, vestido corto color ocre, tiene un collar que le queda a la perfección, se desliza suavemente sobre su pecho que se luce por el escote pronunciado… Ella tiene dos bebidas y está ahí porque acaba de ver a su novio con otra mujer; hace un rato ella le explicó al bar tender en voz alta que prefería estar ahí esperando que la vida le lance una invitación para desahogar todo lo que siente; porque de no estar ahí, seguramente estaría detenida por haber matado a los dos hijos de puta; pero que al final de tantas ese asunto no vale la pena.
Viéndolos a todos te das cuenta que cada quien tiene su oportunidad para vivir el camino que desea; y mientras piensas en eso, te detiene el ruido de dos bancos que se mueven al mismo compás… miras que dos de la barra pagan su cuenta, le dejan algo de propina a la vida y escogen lanzarse al camino que deseaban mientras cruzaban miradas. Tú dejas tu bebida por un momento y vas al baño, refrescas un poco tú cara y le permites descansar a tú mano que ya se queja por escribir tanto. Al regreso le das el séptimo trago a tú bebida, te acomodas de nuevo y sonríes para ti mismo recordando a los dos que se acaban de ir… Observas el número que te dieron y sientes que tú respiración jamás había estado tan calmada. En ese momento recibes una llamada de una amiga; ella te pregunta ¿qué hay con tú vida? Le respondes que todo anda de maravilla, te hace una pregunta en tono de broma y menciona a tú ex. Le dices de nuevo que todo bien y le preguntas ¿cuándo podrán verse? Ella es una de las que leen las locuras que escribes cuando la vida te congela en algún lugar, ella es una gran conversación, llena de sencillez, es espontaneidad hecha mujer, es compañía deseada y logra ser recordada a cada instante; es el mejor vaso con agua para calmar algunos dolores…
Las llamadas caen en el mejor momento, a veces inexplicablemente las líneas están saturadas, se va la luz o se acaba el saldo… La compañía decide descontarte por alguna tontería o te roban el teléfono, pero así continúas y en algún momento caerá la llamada que esperabas.
Alguna vez en la vida has esperado un mensaje, alguna vez te han pintado la cara con la inquietud de que recibirás una sorpresa, has rogado porque llegue el momento, la visita, lo que esperabas. Me imagino que talvez no pensaste en lograr todo eso en mi, talvez se te ocurrió que sería una semana más y que al final te escribiría algo dándote las gracias quizá. Te puedo decir que si pensaste así tenías razón… Escribo todo esto y aún siento más, pero el camino que decido escribir es éste, ningún otro sería igual en éste momento. Quizá al recorrerlo escriba más… o quizá no.
La vida es la luz que ilumina la mesa en donde te sientas a pensar ¿por qué conoces al alguien nuevo en tú vida? ¿Por qué te hace aparecer entre todos los que van de paso? Es la luz tibia que te hace congelarte en algún lugar, es la luz que le permite a los ojos ver tus mensajes y te hace sentir tan cerca de la persona que lo envía… La vida te hace sentir tantas cosas, que llegas a decir en voz baja si ¿tú no deseas algo para acompañar la lectura de mi alma? Además te impulsa a decir ¿estás bien así, o te incomoda la conversación?
Los caminos lejanos son los más difíciles de recorrer, quizá tengan tantas cuestas que en algún momento te veas obligado a detenerte y pensar en tomar otro o regresar. Pero si lo recorres todo… Al final habrá un lugar hermoso para ver como sale el sol, para ver como pasan las nubes acariciando el mundo y como las estrellas fugaces le conceden tantas cosas a las personas que están abajo. Desde ahí verás que existen más colores de los que puedes imaginar en éste momento y que sólo la vida sabe combinarlos todos para pintar un mundo para cada uno en el mismo instante.
Si quitas de tú mente los prejuicios y el amor a algunas banalidades y se lo regalas a la abuelita que descansa en una acera, podrás conocer a una madre… verás su mirada triste, el delantal, el vestido largo con estampado de flores, una bolsa blanca llena de trapos y cartones importantes y una invitación a ser parte de su historia…
Te sientas a su lado mientras todos te ven extrañamente, llegas a sentirte intimidado por sus miradas y resistes el momento que en realidad importa; porque de lo contrario saldrías corriendo de ahí. Ella te pregunta sonriendo si tienes novia… Le dices que no; te halaga diciéndote que en su época personas como tú habrían tenido por lo menos tres novias y una esposa. Le sonríes tratando de guardarle respeto y de no decir nada que vaya en contra de su credo; porque sientes un enorme cariño por ella, aunque es una desconocida no le llevas la contraria y descubres que era verdad el concejo aquél de que no hay peor decisión que llevarle la contraria a una mujer; te das cuenta de que es verdad, porque al no hacerlo; la conversación don doña Julia va de maravilla… Te cuenta muy triste que su familia se desentendió de ella porque tenían que viajar al norte y no pudieron conseguirle la visa, que le habían dejado una casita pero no pudo mantenerla más y se la arrancaron… Que jamás supo de ellos otra vez y desde entonces se encuentra comiendo y viviendo de lo que le dan los que se detienen por un momento en ese lugar.
Ahí te das cuenta que tú presencia le ha servido para ser diferente por unos segundos y que ya todos los que observan perdieron importancia; tú estás con tú madre… estás con doña Julia, viviendo a su ritmo de vida.
Ella te cuenta que durante algún tiempo hace mucho, se dedicaba a vender dulces y otras golosinas; que todos iban a su casa y vio a muchos pasar por ahí; te cuenta que en ese entonces no había nadie que le pudiera hacer competencia al sabor de sus quesadillas acompañadas de café con canela y pimienta gorda. Te dice que los jóvenes llegaban a platicar en su negocio y que ella les había mandado a hacer una banqueta con todo y mesa de cemento para que no estuvieran parados y se sintieran cómodos; todas las tardes llegaban y ella se sentía muy feliz porque tenían un lugar donde estar para que no pensaran en andar en malos pasos. Te cuenta que algunos de ellos son estudiados, que ahora ya ni la reconocen y que a veces llegaban para ver si su hija les correspondía, pero que ella sacaba la escoba para decirles que si seguían con lo mismo los echaría a garrotazos… Te sonríe y dice que mientras pudo los detuvo, mientras tuvo fuerzas lo hizo muy bien… Hasta que un día su hija creció y se fue sin decirle nada porque estaba embarazada; ves como cambia la expresión de su rostro y agrega… Ella creía que no sabía nada de lo que pasó… pero no nació ayer para no darse cuenta de todo… Al borde del llanto te cuenta que desde que ese hombre llegó con sus ideas de hacerse ricos y esas cosas, toda su familia comenzó a separarse; ella te dice que a veces ha pensado que él era el mismo demonio en persona y que se los llevó uno por uno a todos, mostrándoles dinero, casas lujosas, ropa y todo… y que fue así como se olvidaron completamente de ella.
Tú no puedes contenerte y sueltas un par de lágrimas y le dices a doña Julia que lo sientes mucho y que seguramente ella sea un ángel y por eso le pasó todo eso.
Ella te mira y te agradece las palabras porque jamás se le hubiera ocurrido eso a ella sola, te mira alegre, te conviertes en su respuesta y te da un beso en la mejía… Tú la abrazas y le dices que desde ahí ella sigue cuidando jóvenes, porque ese día te ha cuidado a ti. Ella sonríe de nuevo y te cambia nombre, diciéndote hijo… Y que debes continuar…
Cada vez que puedas solamente ser tú para los demás y para ti, cuando puedas quitarte las máscaras para mostrar tú rostro de niño para dejar que la vida te ilumine o te esa para iluminar algún rincón del mundo; sólo hazlo… No preguntes nada… Porque no habrá respuesta.
Si tratas de llevarle la contraria a tu corazón, esperando poder caminar rápido y vivir al mismo tiempo; talvez en la siguiente esquina, esté el final del camino por el que tanto te apresuras… Y no logres observar la vereda bella que había en el lugar por donde ibas…
Sólo debes ver la luz sobre la copa y luego fijarte que con siete tragos fue suficiente para contar una historia y que llegó a ti, sólo porque la misma vida te dio una sorpresa que no esperabas y que aunque no hubieron palabras junto a la sorpresa mientras caminabas para seguir tú corazón, encontraste luces que no podrías haber visto si te hubieras detenido a preguntar ¿por qué?
La sorpresa era algo más que una estampilla postal… Y más grande aún que unos boletos que no esperabas… O una nueva persona en tú vida dentro de una caja gigante…
Aquí te das cuenta que lo que no esperas llega y que el dinero que tanto aman muchos y que ayuda a perder a otros tantos; sólo va y viene… Y que lo realmente importante es sentarte en algún lugar y verte a ti mismo y todo lo que tienes para los demás mientras disfrutas de lo que los demás hacen dentro del bar…
Gracias Catalina,
Coffee Station, Metrocentro.
6:25pm 12-01.2008
PD. Después de un frozzen capuchino que me tomé en siete tragos para regalarte esta historia. Te quiero muchísimo… [Si te pasás por acá, sabé que me hacés falta Catalina preciosa!... podés regañarme por publicar eso, en realidad esa es la idea! Te quiero mu ángel y te deseo lo mejor siempre!]