Querer robarle unas palabras...
Querer darle un beso, amarla, hacerla mía...
Y que no esté aquí...
La distancia mata.
El silencio mata.
Las ansias de darle un beso y no verla en ningún lado matan.
La gente que viene y va como loca, la incapacidad de todos para deternerse, disfrutar y observar mata.
Saber que solo ella ha sido capaz de ser ella misma y compartirse mata.
Mata no verla, mata desearla tanto... su aroma, su piel.
Por eso este día me levanté y caminé por un latte frío.
Decidí no decir nada, solo escuchar, ver... sentir...
Porque no quiero llegar a morir sin ella.
La monotonía y la desesperación de los demás, no solo contaminan, sino que matan.
Que la mesa sea para cuatro y que no esté siquiera ella mata.
Mata el café frío y que no esté ella, la amante del café caliente... para besarla y calmar mi alma que fría, poco a poco se muere.
Mis simulacros por desarrollar amor por el café caliente queman, destruyen y matan.
Hace mucho se que "el frío" soy yo...
No tenerla mata.
Porque su fuego es capaz de envolver mi frío en segundos, la ausencia de su calor mata.
La puta pared mata.
Esa con la que me golpeo cada vez que trato de encontrarla en otra parte... esa parte que normalmente más que nada mata.
Que no soy capaz de amar a otra persona como a ella... ¡Eso mata!
Querer sentir sus palabras en mis oídos mata.
La distancia mata.
Que no sea tan fácil como "caminar y buscarla" mata.
Su lejanía mata.
...Y entre tantas cosas que matan, solo tengo deseos de morir.
Jorge Merino
Café.