Ya perdí la cuenta… Dejé de contar cuando la soledad me invadió por completo… Cuando creí que ya no valía la pena hacerlo, cuando te vi sonriendo con otro, cuando… Dejé de contar cuando no sentí más tu aliento, cuando olvidé el sabor de tus labios gracias a una amiga pasajera, cuando las heridas me hicieron sangrar tanto internamente que tu sudor quedó empapado con mi dolor, cuando dejé de creer que volverías…
Nose siquiera cuál fue el último día que conté… Si cuando te recordé con un listón en la cabeza diciendo que eras mi regalo, o cuando te vi desnuda por primera vez… Nose si fue cuando te besé sin pedir permiso y recibí una respuesta o cuando tomé tu interior por completo… Recordé tantas cosas después de recordar, caí tantas veces para llegar a donde estoy… Y ahora por coincidencia del destino, después de salir del cine, sentir la brisa de tormenta, apresurar mi paso y tomar un autobús en medio del caos, llego a mi destino y me encuentro con una celebración, una de esas que abunda en este país… Un país lleno de recuerdos no gratos, gente y gente vestida de banderas políticas y de insultos a los más necesitados… En la fiesta, me pareció haber vivido todo antes… justo en ese medio metro cuadrado debajo de una ceiba, frente a mí una tarima llena de luces, y una mujer tan parecida al pasado… un pasado tan cercano a pesar que no recuerdo el último día que conté para ella…
Me pareció verla, desee sus manos, sus besos, sus palabras… En pocas palabras hice un reclamo y lancé un insulto… Mi mirada cambió de estado rápidamente y recorrí sus caderas, reconocí sus expresiones y el éxtasis que vivía al estar ahí frente al público. Reconocí el jugueteo de sus manos y su voz al cantar, reconocí a los espectadores impactados por su presencia y luego sentí como su suspiro se convirtió en bala y perforo mi tranquilidad de cristal por completo…
Me di a la fuga… qué más podía hacer… No hubiese podido resistir un segundo más deseando el puto pasado. Un pasado que dejó de pertenecerme al compás del sube y baja de las tazas de café… Días, tardes, noches llenas de esperanzas marchitas. Azúcar buscando apaciguar el amargo que deja decirle adiós a una persona por la que se daría incluso la vida.
Dejé de saber porqué me encuentro escribiendo… En el fondo siento que solo es porque quiero negarme el hecho de poder sentir algo. En este momento puedo maldecir a Dios, a la vida y realmente no es algo que disfrute hacer… Las lágrimas están danzando entre mi garganta y mi corazón, y mi raciocinio ha desaparecido por completo. Hoy, solo hoy deseo preguntarle a la vida si no basta con una mujer que sea capaz de destruirme en un instante… Si era necesario enviar otra como buscando asegurarse que me atreva a halar el gatillo.
Todo parece tan oscuro, como el oscuro que ocasiona la amenaza de tormenta… Una tormenta que viene acompañada de deseos de quebrantar mi soledad. Después de una tarde genial al lado de una amiga, de caminar un poco y saludar a cuanta gente encontré a mi paso… Claro! La vida no podía permitir que llegara a mi hogar diciendo que soy completamente feliz… La felicidad parece estar junto a los cristales quebrados de la entrada de la iglesia… Donde la mujer del tiempo atrás se encontraba danzando sobre mis ganas de vivir…
Cuánto daño es capaz de ocasionar un recuerdo… Y después de todas las cuentas debo decir que realmente nadie dijo que cuando terminás una relación dejás los recuerdos atrás…
Los recuerdos están tan latentes… Y son capaces de volverse huracanes en cada uno de los intentos al azar, cuando se es movido solo por las ganas de olvidarlo todo…
Cuántas veces en caído en camas solo por olvidar… Cuántas veces más la vida será capaz de decirme que lo que hice con el alma no lo podré sacar de mi ser jamás… Cuántas veces más contaré con la suerte de tener dos amigos que me esperan en la casa para abrazar mi alma asustada y no decida terminar con todo sin pensarlo más… Cuántas veces tendré que vivir el puto recuerdo de lo que sucedió tiempo atrás.
Nose siquiera cuál fue el último día que conté… Si cuando te recordé con un listón en la cabeza diciendo que eras mi regalo, o cuando te vi desnuda por primera vez… Nose si fue cuando te besé sin pedir permiso y recibí una respuesta o cuando tomé tu interior por completo… Recordé tantas cosas después de recordar, caí tantas veces para llegar a donde estoy… Y ahora por coincidencia del destino, después de salir del cine, sentir la brisa de tormenta, apresurar mi paso y tomar un autobús en medio del caos, llego a mi destino y me encuentro con una celebración, una de esas que abunda en este país… Un país lleno de recuerdos no gratos, gente y gente vestida de banderas políticas y de insultos a los más necesitados… En la fiesta, me pareció haber vivido todo antes… justo en ese medio metro cuadrado debajo de una ceiba, frente a mí una tarima llena de luces, y una mujer tan parecida al pasado… un pasado tan cercano a pesar que no recuerdo el último día que conté para ella…
Me pareció verla, desee sus manos, sus besos, sus palabras… En pocas palabras hice un reclamo y lancé un insulto… Mi mirada cambió de estado rápidamente y recorrí sus caderas, reconocí sus expresiones y el éxtasis que vivía al estar ahí frente al público. Reconocí el jugueteo de sus manos y su voz al cantar, reconocí a los espectadores impactados por su presencia y luego sentí como su suspiro se convirtió en bala y perforo mi tranquilidad de cristal por completo…
Me di a la fuga… qué más podía hacer… No hubiese podido resistir un segundo más deseando el puto pasado. Un pasado que dejó de pertenecerme al compás del sube y baja de las tazas de café… Días, tardes, noches llenas de esperanzas marchitas. Azúcar buscando apaciguar el amargo que deja decirle adiós a una persona por la que se daría incluso la vida.
Dejé de saber porqué me encuentro escribiendo… En el fondo siento que solo es porque quiero negarme el hecho de poder sentir algo. En este momento puedo maldecir a Dios, a la vida y realmente no es algo que disfrute hacer… Las lágrimas están danzando entre mi garganta y mi corazón, y mi raciocinio ha desaparecido por completo. Hoy, solo hoy deseo preguntarle a la vida si no basta con una mujer que sea capaz de destruirme en un instante… Si era necesario enviar otra como buscando asegurarse que me atreva a halar el gatillo.
Todo parece tan oscuro, como el oscuro que ocasiona la amenaza de tormenta… Una tormenta que viene acompañada de deseos de quebrantar mi soledad. Después de una tarde genial al lado de una amiga, de caminar un poco y saludar a cuanta gente encontré a mi paso… Claro! La vida no podía permitir que llegara a mi hogar diciendo que soy completamente feliz… La felicidad parece estar junto a los cristales quebrados de la entrada de la iglesia… Donde la mujer del tiempo atrás se encontraba danzando sobre mis ganas de vivir…
Cuánto daño es capaz de ocasionar un recuerdo… Y después de todas las cuentas debo decir que realmente nadie dijo que cuando terminás una relación dejás los recuerdos atrás…
Los recuerdos están tan latentes… Y son capaces de volverse huracanes en cada uno de los intentos al azar, cuando se es movido solo por las ganas de olvidarlo todo…
Cuántas veces en caído en camas solo por olvidar… Cuántas veces más la vida será capaz de decirme que lo que hice con el alma no lo podré sacar de mi ser jamás… Cuántas veces más contaré con la suerte de tener dos amigos que me esperan en la casa para abrazar mi alma asustada y no decida terminar con todo sin pensarlo más… Cuántas veces tendré que vivir el puto recuerdo de lo que sucedió tiempo atrás.
TODO PASA POR ALGO EN ESTA VIDA. QUIERO SEGUIR CREYENDO QUE ES ASÍ. QUIZÁ NECESITABA DOS ABRAZOS. QUIZÁ NECESITABA DESEAR A ESA MUJER POR EL SIMPLE HECHO DE SER COMO LO QUE MÁS AMÉ EN MI PASADO. QUIZÁ SIRVA PARA TENER UN MARCO DE REFERENCIA DE CUÁNTO MÁS PUEDO LOGRAR HACER EN EL FUTURO. QUIZÁ TODO HAYA SIDO PARA QUE VALORE LO QUE TENGO JUNTO A MÍ, LA NADA MÁS BELLA QUE JAMÁS HE TENIDO… TANTOS QUIZÁS...
Jorge A. Merino
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