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13 de noviembre de 2008

Extrañarte

“Para aprender a vivir… Se debe comenzar a extrañar”

Lo escuché de un amigo hace muy poco tiempo, la conversación era fluida durante la cena… Saltaban algunas cosas del pasado, los puntos de vista; y en algo coincidimos… “hablando de ella” y hablando de mí… Pensando en la razón de tantos sentimientos… Alguna razón debe existir para que todo pase como pasa… La razón es clara: “Para aprender a vivir… Se debe comenzar a extrañar”

Comencé a extrañar las tardes en las que compartía una serie de televisión o una película; los almuerzos que sucedían rápidamente porque estaba a la espera una clase en la universidad… Los besos que me robaba para disfrutarlos en el autobús; después comencé a extrañar la mano que se ajustaba perfectamente a la mía… Los labios que sabían tan bien… Las sonrisas cuando aparecía una guerra con el sentido de poder convivir más cerca de lo habitual…

Comencé a vivir cuando aprendí a extrañar el aroma del futuro; la esencia de la otra mitad; cuando comencé a extrañar el maquillaje natural de la mañana en su rostro… Comencé a extrañar las conversaciones que duraban horas… Las que trataban lo cotidiano con maestría… Las que hacían que deseara vivir más y más… Comencé a extrañar el roce de su cabello sobre mi piel… Sus caricias que lograban relajarme ante cualquier tensión… Comencé a extrañar mis ganas de amar; de llevar una rosa; de platicar con ella sobre lo que deseaba lograr; comencé a extrañar parecer un loco… Pero puedo decir que para aprender a vivir… Se debe comenzar a extrañar… Y eso hice cuando pasaba horas escribiendo cartas para el vacío de la esquina; cuando recitaba oraciones desde el corazón; cuando comencé a necesitar tener planes para el fin de semana o para después de las clases… Cuando comencé a viajar solo; fue entonces cuando comencé a extrañar…

Cuando mi voz no encontraba receptor; cuando dije “te amo” y no escuché nada más; cuando dije “te extraño” y me di cuenta que debía ser así para comenzar a vivir…

Comencé a vivir cuando conocí el lado de mi alma que no conocía… Y viví más aún cuando me tomé el café a solas extrañando su presencia… Cuando la razón de los desvelos no era el amor… Cuando tenía miedo de lo que iba a venir y cuando después de un año tuve que extrañar más y más… Entonces comencé a vivir…

Comencé a extrañar mis análisis de sus movimientos; comencé a extrañar mis oraciones llenas de gratitud; comencé a extrañar la voz de Dios diciéndome que me merecía amar; comencé a extrañar tener deseos de ir a una iglesia diciendo que tengo fe en el amor; comencé a extrañar y a extrañar más y más cuando después de pasar extrañando me di cuenta que para vivir se debe aceptar que hay que extrañar…

Al escuchar esto por primera vez me pareció una locura; al discutirlo pensé que podía ser la razón de “la situación actual”… Estoy más que vivo; de eso estoy seguro… Porque no podría extrañar más.

Jorge A. Merino
Café / Todos los Derechos Reservados / Abril - 2008

1 comentario:

Ellie dijo...

Vivi extrañando? medio rara la idea pero me gusta, me gusta mucho, nos extrañamos?

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